FRANCISCO CORREAL | ACTUALIZADO 16.07.2014 - 07:08
ABIDA Jalil Abba vino a Sevilla en 1997 desde los campamentos de refugiados del Sahara dentro del programa solidario Vacaciones en Paz. Vivió primero en El Pedroso, ahora está en Los Rosales con su hermana Yamila, y ha terminado la carrera de Odontología. Casi dos décadas después es una de las dentistas que atiende a los niños saharauis que durante el mes de julio pasan por la consulta de la Fundación Odontología Social. "Yo tuve fluorosis y me gustaría hacer la tesis doctoral sobre ese problema que genera situaciones de tiroides, riñón y de hígado".
En octubre, la doctoral Jalil Abba, musulmana muy bien relacionada con la parroquia de Los Rosales -"mi sobrino es monaguillo"- viajará con otros profesionales sevillanos a revisar la dentadura en Dajla, el último pueblo del desierto, la última wilaya. "Detrás, ya no hay nada".
La transformación de Abida es resultado del programa con el que nació Odontología Social: Ayudar aprendiendo, aprender ayudando. "Nacimos primero como grupo de cooperación dentro de la Universidad y desde 2009 nos constituimos en Fundación, dice Antonio Castaño (Sevilla, 2009), uno de los tres dentistas que forman parte del equipo.
A lo largo de esta década han intervenido a más de 130.000 personas. Diez campañas en República Dominicana, cuatro en Perú, tres en México, viajes solidarios a Marruecos. En septiembre inician una campaña muy especial, con los niños del CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) de Melilla. "Hemos estado en Haití y allí no vimos lo que se ve en el centro de Melilla".
Odontología Social empezó con un aliento internacional. "Siempre nos vamos al Tercer Mundo, pero aquí tenemos muchas necesidades", dice Adela González. El doctor Castaño denuncia una paradoja. "El sistema de sanidad oral es la cenicienta del sistema nacional de salud. Un tercio de la población no tiene acceso a la atención privada. La evidencia científica demuestra que la sanidad oral refleja como ninguna otra la desigudaldad social. No hay que hacer ninguna estadística para saber que en el Pozo del Tío Raimundo hay más caries que en el barrio de Salamanca".
Todo tiene un origen y esta iniciativa nació muy lejos de esta aireada y alegre consulta de la calle Muñoz León, junto a la muralla de la Macarena. "Estaba yo dando un curso de doctorado en Lima", dice el doctor Castaño. "Unos cooperantes españoles me llevaron al Hogar de las Caritas Felices, unas religiosas españolas que atendían a niñas de entre diez y catorce años que habían sido violadas, la mayoría por sus propios familiares. Allí había dos sillones dentales donados por los japoneses y me dije que había que hacer algo por esas chicas".
La boca es el espejo del alma, piensa trufando la odontología con deontología. "El maltratador le da a su víctima en todos lados, pero tiene predisposición a darle en la boca. Cada vez que se mira al espejo ve la cicatriz que le recuerda la agresión. Cuando le ayudas con las técnicas de la salud oral o dental también las estás ayudando a su rehabilitación psicológica".
Mujeres mayas asistidas por doctores de la Universidad mexicana de Yucatán; niños peruanos en la selva amazónica con su cepillo de dientes; visita del presidente dominicano al centro de cirugía de la Fundación. El álbum internacional de la Fundación es copioso, y algo habrá influido para que reciban el premio de la Asociaciónde Fundaciones Andaluzas. Pero junto a ese perfil globalizador, no olvidan a los suyos.
Dos ayuntamientos de distinto signo político, el socialista en 2009 y el del PP en la actualidad, se han volcado con la Fundación. "El Ayuntamiento de Sevilla nos llamó en 2009, al César lo que es del César", dice Castaño. Así surgió la iniciativa Volver a Reír dirigida a drogodependientes en situación de exclusión social, "sobre todo en el Polígono Sur". La risa después del drama. "La salud oral es una herramienta de reinserción social. Tiene un estigma, una faz, un rictus que les dificulta el acceso al empleo y más con estas cifras de paro. Hemos logrado más de un treinta por ciento de reinserción laboral, de jardineros, guardas de seguridad".
El programa Una mujer, una sonrisa ha asistido a 25 mujeres maltratadas. Con una bolsa de necesidades en la que colaboran Cáritas, Cruz Roja, el Ayuntamiento de Bormujos o la fundación Padre Garralda, ésta en un proyecto con madres reclusas. Ayer iban llegando niños y niñas saharauis para corregirles los estragos de la fluorosis. Colaboran alumnos del master de Odontología familiar y comunitaria. Un programa de intercambio acercó a esta iniciativa sevillana a las brasileñas Sabrina Riatto, de Sao Paulo, dentista, y Raquel Geremias, estudiante de quinto, de Araraquara, nieta de granadina.