Acto en Sevilla para recordar la situación de los siete presos de conciencia saharauis encarcelados en Salé.
Sin armas frente al poder de todo un Estado, cinco presos políticos saharauis llevan casi un mes en huelga de hambre en la prisión de Salé, cerca de Rabat. Enterrados en vida desde hace seis meses, esperan a ser juzgados por un tribunal militar que podría condenarlos a muerte. Hartos de esa espada de Damocles, el 18 de marzo iniciaron un ayuno indefinido para pedir una fecha para su juicio, o bien su liberación.
Pero lo que empezó en Salé se extendió pronto a otras cinco cárceles marroquíes. Hoy, un total de 36 presos de conciencia saharauis ayunan para pedir un trato humano: recibir visitas de sus familias con libertad, estudiar en las cárceles y que se respete su dignidad.
Algunos de ellos llevan años entre rejas; otros están pagando con su libertad la mano dura en el Sáhara que prometió Mohamed VI en su discurso de conmemoración de la Marcha Verde del pasado 6 de noviembre. Las amenazas que llevaron a la expulsión de Aminatu Haidar, ya habían tenido consecuencias antes.
Una de las primeras fue la captura, el ocho de octubre de 2009, de los cinco activistas de derechos humanos que iniciaron la huelga de hambre, y de otros dos compañeros que viajaban con ellos.
Estos saharauis entre los que se encuentran Ali Salem Tamek y Brahim Dahan, dos de las figuras más relevantes del movimiento de derechos humanos en el Sáhara Occidental apenas sí tuvieron tiempo de bajar del avión en Casablanca cuando los servicios secretos marroquíes los apresaron. Los activistas regresaban de un viaje a los campamentos de Tinduf (Argelia), donde tienen familiares de quienes llevaban separados casi 35 años.
Por esta visita, los siete fueron acusados de "atentar contra la seguridad de la nación", y encerrados en celdas de aislamiento. El estado de salud mental de la única mujer del grupo, Dakja Lashgar, se deterioró tanto que un juez le concedió la libertad condicional el 28 de enero.
"Casos vacíos y sin pruebas"
El encarcelamiento de este grupo de activistas tuvo lugar "en un momento en el que el régimen marroquí quería disminuir la influencia del movimiento pacífico saharaui de derechos humanos", explica uno de los presos a través de un allegado que habló ayer con Público.
"Los casos están vacíos y sin pruebas", y la acusación de "obstaculizar los esfuerzos de la diplomacia marroquí" sobre el Sáhara revela "la naturaleza política de este proceso", subraya este activista.
Él y sus compañeros se declaran dispuestos a "llegar hasta el final" para denunciar las represalias de una justicia que "no es sino un mecanismo en las manos del poder". Amnistía Internacional ha pedido la liberación "inmediata" de estas personas "encarceladas sólo por ejercer su derecho a expresarse con libertad".
Tras 26 días de huelga de hambre, estos saharauis ven cómo sus fuerzas merman a cada día que pasa. Apenas si pueden ya caminar y necesitan ayuda hasta para ir al baño. Su salud ya era precaria antes pues arrastraban serias secuelas de torturas y detenciones previas. Ali Salem Tamek, que en sus 36 años ha mantenido 22 huelgas de hambre, tiene problemas gastrointestinales, asma y reuma. Brahim Dahan padece una úlcera y sangra por el ano. Los desvanecimientos y la diarrea han hecho ya su aparición.
Como medida de presión, denuncian los familiares, la dirección de la cárcel "limita" las visitas del médico de la prisión y los medicamentos. Ellos mismos son a su vez objeto de acoso. La hermana de Dahan, Salka, pasó dos meses en prisión, acusada de haber introducido en la cárcel el equivalente de 40 euros.
Los presos denuncian la indefensión que padecen. Se lamentan de que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, no haya incluido en su último informe sobre el Sáhara la recomendación de que la misión de la ONU en el territorio (MINURSO) vigile el respeto a los derechos humanos, una omisión que, a sus ojos, es "irresponsable".
Afapredesa, la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis, comparte este punto de vista. Esta ONG "intenta romper el bloqueo informativo de las violaciones de derechos humanos en el Sáhara ocupado", recalca Clara Ruiz de Gauna, voluntaria en la sede de esta organización en Tinduf. Afapredesa eleva a 56 el número de presos de conciencia saharauis, y a 526 los desaparecidos desde 1975.
Mohamed Labid, responsable de Relaciones Internacionales de la ONG, advierte del empeoramiento del estado de los activistas, agravado por "las pésimas condiciones" carcelarias. Afapredesa ha advertido de que cuatro de estos presos políticos tuvieron que ser llevados al hospital hace unos días.